miércoles, 17 de diciembre de 2008

Arqui-super-star

(O la prostitución de la arquitectura)

…el guión le exigía, cada vez, más escenas de cama,
todavía, por Vallecas, la llaman: Barbi-super-star…
Joaquín Sabina

Hace un par de días veía un capítulo de mi serie gabacha favorita: How I met your mother; la cual es protagonizada por un arquitecto neoyorkino, Ted Mosby, quién en el capítulo 8 de la última temporada (la cuarta), consigue una oportunidad para diseñar la sede del Banco Nacional Goliath; pero tiene competencia: Sven, un colectivo de arquitectos extranjeros, que representan lo que se podría definir como: Arqui-super-star.

Para abreviar, Barney, su mejor amigo, haciendo despliegue de su encantadora superficialidad, traiciona a Ted y vota por Sven, ¿la razón? Presentan un edificio en forma de Tiranosaurio Rex, que saca llamas por la boca y tiene un club de strippers en la N de GNB (Goliath National Bank). Lo que más me causó ¿gracia?, la piel general del “edificio” parece estar hecha de placas de muy -brillantes- ¿les suena familiar?
.
Esto es una clara burla a la llamada arquitectura de autor, si, esa pseudo-arquitectura cuyo ÚNICO propósito parece ser exaltar y hacer famoso al arquitecto, bajo cualquier circunstancia, pues al parecer entre más ostentoso y exorbitante sea un edificio, más reconocimiento obtiene del público, aunque dañe la imagen urbana, sea inhabitable, cueste una fortuna y transgreda, en todas las formas posibles, los fundamentos básicos de la arquitectura.

Me hizo recordar una serie de artículos publicados en la revista La Tempestad No. 43 (otra de mis cosas favoritas de la vida), cuyo tópico fue: ¿Arte o entretenimiento? 5 creadores sobrevalorados. Y adivinen ¿quién está dentro de esos cinco? Ni más ni menos que Frank Gehry, arquitecto canadiense quién en 1997 saltó a la fama mundial con el diseño del Museo Guggenheim de Bilbao, cuyas sorprendentes placas de titanio, fueron toda una revelación.

Si, confieso que en algún tiempo yo también llegué a ser fan de él, pero era joven e inmadura, y finalmente me di cuenta que pasó de ser un innovador formal a una pésima copia pirata de sí mismo, cual rock star venido a menos, que hace canciones que suenan tan parecidas a su éxito original, que terminan quitándole cualquier tipo de mérito al primero, basta ver las obras que le siguieron: La Sala de Conciertos Walt Disney, el Museo de Arte Frederick Weisman, El Hotel Marqués de Riscal, entre otras.

Bueno, ¡Frank Gehry participa en un capítulo de Los Simpson!, literal, él hace la voz de sí mismo incluso; con eso queda todo dicho, un verdadero: Arqui-super-star; temporada 16, episodio 14.



Por su parte, Zaha Hadid, primera mujer en obtener el Premio Pritzker, considerado el nobel de la arquitectura, es o ¿era? una de mis arquitectas favoritas, no sólo por su arquitectura, pero en este instante me encuentro indecisa con algunos de sus proyectos y no quiero hablar de ella, ni decir que ya no la admiro, sólo diré que todo ese asunto con Chanel y la moda, también le merecen el título de: Zaha-super-star.


Ya no sé ni cómo expresar mi descontento hacia la arquitectura de autor, ni siquiera sé si tengo conclusión o moraleja para éste artículo, lo que quiero es que quede claro que no le quito el mérito a aquellos arquitectos, como Gehry y Hadid, que en su turno revolucionaron el quehacer arquitectónico, pero que en algún oscuro momento, agobiados por la popularidad que -les exigía, cada vez, más escenas de cama-; perdieron el piso y el sentido de la arquitectura como arte utilitario, para prolongar a cualquier costo -sus veinte minutos de fama-, de vanagloria y superficialidad.